Arthur Mulligan
Con Sánchez no cabe el gradualismo, el matiz, las normas de tráfico de la lengua, la entrevista espontánea ni el debate cultural. Su sola presencia altera todo lo noble, bueno y bello que los siglos hayan podido decantar en el Norte de Italia; sus risotadas siniestras en las Cortes Españolas, son en su aspecto práctico, la bocina náutica alertando del banco de niebla que se aproxima y oculta un desastre, aunque venga envuelto en ese inglés del que presume, un fluido glacial más que le protege.
Pertenece al nuevo prototipo de liderazgo que consiste en saltarse las reglas poniendo a su servicio a petimetres de usar y tirar, cuyo mejor ejemplo acabado es el superministro Bolaños, ridículamente pagado de sí mismo en la interpretación de las conclusiones del Informe de la Comisión de Venecia.
Contrariamente, el proyecto de Ley de Amnistía no encuentra acomodo en nuestra Constitución, violentando la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, por su arbitrariedad e indeterminación, todo lo cual genera inseguridad jurídica, un valor superior del ordenamiento jurídico al Oeste de Putin. Sigue leyendo